Libre de Humo
¿Por qué ya no veo noticias por televisión?
Sucedió por casualidad.
Mi vida estaba acostumbrada a ellas. Parecía normal. Ordinario.
Las noticias ocupaban un lugar especial en mi rutina. Las leía en mi teléfono vía redes sociales al despertar. Después las escuchaba en la radio de mi auto rumbo al trabajo. Me mostraban algunos diarios al entrar a mi oficina. En la tarde comentaba alguna nota “relevante” con mi esposa. Y ya en la noche veía algún noticiero nacional. Así transcurrían los días.
Pero un día esto cambió. Me di cuenta que algo no me hacía sentir bien desde temprano. Había permanentemente una sensación de vacío en mi estómago durante todo el día y cuando ya por fin se empezaba a quitar, por la noche regresaba.
¿Qué es eso que me provoca tal malestar? me pregunté durante un par de días hasta que por fin lo descubrí: era el sabor amargo que me dejaban las noticias.
Noticias locales, nacionales e internacionales, todas tenían la misma sapidez. No había una que fuera agradable, alentadora, prometedora o siquiera positiva. Este es el resumen de aquellos días y, si en algo se parece al reciente acontecer sería mera casualidad.
Escándalos de corrupción de nuestros gobernantes o representantes; amenazas directas e indirectas entre diferentes grupos políticos que buscan permanentemente el poder; asesinatos a plena luz del día; fugas de reos peligrosos en diferentes penales del país; casos de impunidad al amparo del poder y la protección de las esferas gubernamentales; calumnias e intrigas al por mayor en las columnas de los “periodistas” locales; descubrimientos de nuevas formas de ser y hacer estúpidos a los televidentes, radio escuchas y cibernautas; crímenes por doquier; pleitos electorales y; en el mejor de los casos, encarcelamiento u orden de aprehensión a algún personaje público por delitos cometidos varios años atrás. ¿Qué tal?
Pero como decía, un día algo cambió. En mi casa nos cansamos del pésimo servicio de televisión por cable y decidimos cancelarlo. Nos quedamos únicamente con la opción del Internet y la telefonía y eso lo cambió todo. Netflix y Apple TV han resultado una gran solución. Se acabó el malestar, el mal genio y en cierta medida, la depresión. Lo mismo hice en mi auto, eliminé la programación de estaciones de noticias y me quedé únicamente con mi Spotify y mis viejos CD´s.
Internet no te salva de las malas noticias, cierto. Pero tú decides si las ves o no. “Lo mismo pasa con la televisión” podría decirme alguien. Correcto. Solo que aquí la diferencia es que en televisión hay tres o máximo cuatro opciones de enterarte de las noticias y no te salvas de la forma en que te son presentadas. Me explico, en todos los noticiarios ubican las notas por prioridad de impacto. Las más atractivas las ponen como titulares al inicio del programa y las menos populares las ponen al final o de plano las eliminan. Manipulan el modo en cómo te enteras de cada una, si después de una nota de secuestros en Colima prosigue una de malos policías en Guanajuato, el usuario se queda con la percepción de que hay problemas graves en ambos Estados. Así funciona. Esa diferencia se disuelve en la red ya que ahí encuentras miles de portales y cada uno se esmera por ponerle un sello personal. Cada vez más profesionales algunos.
Estoy en un proceso de desintoxicación y a la par reflexiono si no hay noticias buenas en Veracruz o en el país. Si no las hay el mundo está más podrido de lo que pensaba, pero si las hay y no las transmiten es porque los directivos de los noticieros son igual de nefastos que el más vil de los servidores públicos. Por esto último justo es que pretendo esmerarme en crear reflexiones y propuestas que hagan de la nuestra una mejor ciudad.
Finalizo diciendo que tras varios meses de no ver ni escuchar noticias por televisión me siento mejor.
Y tú, ¿qué estás haciendo por mejorar tu entorno y con ello tu vida?