El consumismo-materialismo. Origen de la violencia

 

La creación de necesidades artificiales, que hacen –temporalmente- sentirse felices  a los individuos, están sustituyendo los sentimientos naturales de unidad, fraternidad, compasión, solidaridad e igualdad de los seres humanos; mismos que son necesarios para la convivencia armoniosa y el desarrollo de las sociedades. Cuando los habitantes de una comunidad privilegian sólo el deseo vano de placer y diversión, se provoca una alteración en la conducta social de las personas, lo cual se ve reflejado en comportamientos de indiferencia, enemistad, crueldad, hostilidad e insensibilidad entre iguales; provocando el aumento de la violencia y el sufrimiento humano.

 

Las empresas han abusado del marketing emocional, para incrementar el consumo de bienes y servicios, creando estereotipos de vida basados en el deseo de tener, para hacer y luego ser, como principal factor para alcanzar la felicidad; situación que ha provocado un efecto inverso, toda vez que, el planeta no tiene la capacidad de producir los recursos naturales que satisfagan los deseos superficiales de más de 7 mil 500 millones de habitantes que demandan “felicidad” en envoltura de celofán, lo que hace imposible saciar los impulsos emocionales creados en campañas publicitarias, rompiendo con el equilibrio y la armonía de la tierra.

 

La felicidad es un estado de ánimo personal y temporal

 

Creer que la felicidad es un bien permanente e ininterrumpido, ha provocado que la humanidad se vuelva insensible a las necesidades de los demás. Pretender sustituir los sentimientos de tristeza, sufrimiento y soledad, por un estado de felicidad artificial, basado en el consumo, como vía para satisfacer deseos y necesidades inducidas, ha llevado al aislamiento humano. En la actualidad sólo se vive para trabajar, se trabaja para tener, se tiene para hacer y se hace para ser, cuando la fórmula natural es: ser, hacer, tener.

 

El ser humano no fue creado sólo para consumir o acumular riquezas, eso es un invento del hombre, que se ha aprovechado del estudio del comportamiento humano para manipular la conducta a través de la publicidad, promoviendo el consumismo-materialismo, con la finalidad de fortalecer a un sistema económico derrochador,  que ocasiona guerras, conflictos, pobreza, sufrimiento y muerte; debido a que más del 80 % de la población mundial vive luchando para subsistir y adquirir posesiones que le generen felicidad, en tanto que, el 20% restante lo hace pensando en la divinidad humana, hasta que se enfrentan a la temporalidad de la vida; momento donde ambas partes se encuentran con la realidad.

 

El modelo económico vigente, trata a las personas como productos desechables, que únicamente son apreciados durante su periodo productivo, y una vez que dejan de generar riqueza o pierden su poder adquisitivo, ya no son de interés para los sectores gubernamental, empresarial y social.

 

La violencia que se vive en México, es consecuencia de la materialización de las emociones. Los mexicanos anhelan la felicidad comercial, la que se crea en telenovelas, películas, series o revistas, la que tiene precio y se puede comprar, pero nunca se termina de saciar, convirtiendo a las personas en seres ambiciosos y solitarios.

 

Los ciudadanos estamos pagando el costo de la búsqueda desenfrenada de poder y dinero de servidores públicos, empresarios y un sector de la sociedad, que movidos por la ambición, tomaron decisiones que han deteriorado la esencia humana.

 

Como reencontrar el sentido humano

 

Primero. Reconociendo la fragilidad y temporalidad del cuerpo físico. La enfermedad y la muerte están a las puertas de la soberbia, esperando sólo un descuido para entrar; en tanto, el sentimiento de felicidad está dentro de cada ser humano, aguardando la decisión emocional que lo haga salir. Segundo. Construir entornos de bienestar, que permita disfrutar en cada momento de la compañía que se tenga -familiares, amigos, compañeros, vecinos o extraños, incluso, hay que aprender a gozar los instantes de soledad. La vida es un trayecto que puede durar pocos o muchos años, no obstante, la felicidad no se mide en tiempo, sino por los momentos que hacen especial la existencia. Tercero. Buscar trascender a través del servicio que se haga a la humanidad. La felicidad duradera es la que surge al ayudar a los demás, porque su origen es externo, y cada vez que haya un reencuentro o recuerdo de la persona beneficiada, se hará nuevamente presente el sentimiento de felicidad. Cuarto. Construir un proyecto de vida integral, que beneficie a la comunidad. Saber a dónde se quiere llegar, genera la razón de ser de cada persona, que a su vez, permite encontrar el sentido de la vida. Quinto. Aprender a identificar y controlar las emociones. La inteligencia emocional en el siglo XXI, diferenciará a las personas de las máquinas. La esclavitud del milenio no será física, sino cibernética. Cuando las personas dejen de realizar sus actividades naturales, para atender las artificiales o virtuales, se habrá perdido la voluntad, condición que distingue a los esclavos de los libres.

 

 #SiPodemosComponerMéxico

 

Dr. Jeremías Zúñiga Mezano
Twitter: @jeremiaszm
Pagina Facebook Jeremias Zuñiga Mezano
Correo: jeremias.zuniga@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *