El cambio se ve, pero no se siente

 

En dos años de gobierno, el Presidente Enrique Peña Nieto, ha logrado realizar –con acuerdos políticos- las reformas estructurales que en al menos las dos últimas décadas han sido el argumento preponderante para justificar la falta de crecimiento económico y empobrecimiento de los mexicanos.

 

Legislativamente el país ya cambio, la adecuación de las leyes para otorgar certeza jurídica a inversionistas es un hecho, el gobierno federal ahora contará con más recursos, sin embargo, el reto más importante aún está pendiente, hacer que funcionen las reformas, y para lograrlo, el Presidente requiere enfrentar y vencer al monstruo de la corrupción.

 

El problema de fondo en México es la corrupción, que no es una cuestión cultural, sino parte de un sistema político y económico de funcionamiento del estado, el cual debe ser cambiado. ¿Por qué los mexicanos que practican la corrupción en el país viajan a otras naciones y ahí si respetan las leyes, la forma de hacer negocios y pagan impuestos? Porque en esos países prevalece el estado de derecho sobre cualquier interés económico o político.

 

En México la corrupción ha enriquecido a una extrema minoría y empobrecido al grueso de la población, combatirla será un autentico desafío, requiere más que un pacto entre fuerzas políticas, un acuerdo de reconciliación nacional que permita la renovación de las instituciones, el sólo cambiarles de nombre no es suficiente, debido a que carecen de calidad moral para exigir conductas que la mayoría de sus titulares no han cumplido. Para erradicar la corrupción se requiere de la voluntad de todos y el primer paso lo debemos dar los ciudadanos, porque hasta el día de hoy los gobiernos han sido omisos. Si queremos una nación en movimiento, todos los mexicanos debemos interesarnos en la vida política y económica del país, sin esto será muy difícil mover a México.

 

Las reformas aprobadas definitivamente son claves y necesarias para mejorar el crecimiento económico de México, aunque se hayan logrado 20 años tarde.

 

Los mexicanos ven los cambios, no obstante no se han sentido, la promesa que durante la presente década los ciudadanos experimentarán los beneficios no satisface a una sociedad que vive al día, además el fruto de las reformas no será generalizado, sino únicamente por sectores y regiones. El gobierno federal ha ofrecido un beneficio para todos, la disminución del precio de la luz, la cuestión es ¿a qué costo? Extraer gas shale  generará materia prima de bajo costo para producir energía eléctrica barata, aunque al mismo tiempo se provocará una gran contaminación en mantos friáticos, regiones agrícolas y ganaderas, lo que lleva a una reflexión ¿qué es más importante, hacer lo estratégicamente correcto o lo inmediatamente rentable?

Cabe hacer mención que existen estudios y acuerdos entre los principales países generadores y consumidores de energías para que el gas shale sólo sea extraído durante un periodo no mayor a 20 años, tiempo que tienen las naciones para migrar a un modelo económico-industrial de energías limpias, sin embargo el impacto ecológico que se provocará durará varias décadas.

 

Las potencias se preparan para la nueva era de las energías limpias y en 2020 se verán sus primeros impactos, el gobierno mexicano debe aprender a planear y trabajar con visión de estado, la apuesta debe ser la inversión en tecnología, empezar a trabajar desde ahora será crucial para llegar a tiempo al siguiente cambio de modelo energético, los recursos que se obtengan en lo que será el periodo de la energía barata con impacto ecológico alto, deberán ser destinados a la innovación tecnológica nacional, sino seguiremos llegando tarde a nuestro destino.

 

El presidente ha demostrado capacidad política para lograr acuerdos de gobernabilidad, ahora es momento de ganar el respaldo social y eso no se logra sólo con spot, además se requiere que los mexicanos sientan el cambio en la cotidianidad de sus quehaceres.

 

 

Dr. Jeremías Zúñiga Mezano

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