Las vacaciones[i]

 

 

De acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra vacación proviene del latín vacatĭo, -ōnis) y significa: 1) f. Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. U. m. en pl.; 2) f. Tiempo que dura la cesación del trabajo. U. m. en pl.; 3) f. p. us. Acción de vacar (‖ quedar un empleo o cargo sin persona que lo desempeñe) o; 4) f. p. us. Cargo o dignidad que está vacante.

 

Se puede entender pues como una pausa corta en búsqueda de relajarse y olvidarse un poco de las actividades cotidianas. En ése sentido, hoy quiero proponer una reflexión a las personas que suelen estar enfocadas 24 horas al día los 365 días del año en sus trabajos o quehaceres.

 

Cualquier ser humano racional trata de concentrarse al máximo al momento de hacer sus actividades laborales o cotidianas con objeto de eficientar su rendimiento, reducir costos como tiempo, insumos o recursos, ser más efectivo para ser más competitivo y rentable o simplemente hacer bien las cosas para no tener que repetir la acción una y otra vez derivado de una falla. Cierto, y quiero señalar puntualmente que todo esto hace referencia implícita más a actividades laborales que a familiares. Sin embargo, habría que preguntarse ¿cuánto tiempo hay que estar en ése estado? ¿Cuándo podemos relajarnos? Pregunta difícil.

 

Trabajar sin descansar representa un exceso y todos los excesos, todos, son malos. Beber en exceso, comer, relajarse, comprar, jugar, bromear, limpiar, competir, amar, ahorrar, invertir, ordenar, etc. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay que saber equilibrar las acciones para tener una vida estable.

 

Es importante determinar las prioridades laborales y también las familiares. Lo uno complementa a lo otro y sin lo uno, lo otro tiene un sentido menos importante, más frívolo y hasta irresponsable.

 

El tipo de sociedad en la que vivimos implica que tener dinero es imprescindible. Lo necesitas para aliviar una enfermedad, para adquirir víveres comestibles y otros básicos, para poder tener una vivienda y prácticamente para todo lo que sea satisfacer una necesidad material, superficial, vanal o emocional, claro con sus respectivas excepciones (un abrazo, una sonrisa o una mirada por ejemplo). Por lo anterior, todos debemos tener una o más fuentes de ingresos que nos puedan asegurar el acceso a lo anterior, beneficiándonos personalmente pero sobre todo a nuestras familias. Y justo ahí inicia la explicación a la difícil pregunta que se planteó hace un momento.

 

Los invito a pensar de esta manera: esfuércense a diario en hacer bien las cosas en sus trabajos pero también en sus hogares. Hagan ocasionalmente un espacio para relajarse y alejarse de la rutina diaria, hacerlo no implica debilidad de ningún tipo, al contrario, habla de estrategia y conocimiento.

 

Todos queremos lo mejor para nuestras familias y por ello tal vez nos dedicamos más al trabajo y menos a ellos, a escucharlos, a educarlos y a conocerlos. Parece la excusa perfecta para no pasar tiempo en casa, pero no es más que eso, una excusa.

 

Tomen un descanso para pensarlo, tomarlo implica ya una pequeña vacación. Les aseguro que funciona. Sus jefes, sus empleados, sus colegas, sus amigos y sus familiares se lo agradecerán.

 

 

 

 

[i] Autor Carlos Robles Saldaña. El autor cuenta con estudios de Licenciatura en Economía por la Universidad de las Américas en Puebla así como de Maestría en Administración por el ITESM. Se ha desempeñado en el sector internacional, privado y público.

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