¿Quieres saber quién te necesita?

 

Los seres humanos en alguna etapa de la vida, sobretodo en la adolescencia y vejez, se preguntan ¿quién me necesita? Este cuestionamiento surge debido a un estado emocional de incomprensión, que es provocado por un efecto hormonal que sufren todas las personas, unas en menor o mayor medida. La respuesta a esta interrogante tiene diferentes acepciones, sin embargo la más acertada será la que de sentido a la vida.

 

¿Quién te necesita?

 

Te necesita tú familia; una familia que vive ajetreada por las necesidades de una sociedad consumista-materialista, que ha modificado su ritmo de vida y como consecuencia el entorno familiar, lo que no implica que no haya un interés afectivo entre sus integrantes, sino que ha cambiado la forma de expresión de los sentimientos. El siglo XXI ha sido pronosticado por algunos estudiosos de la conducta humana como la era de la espiritualidad, sin embargo ha iniciado como la época del individualismo, donde solo importa la satisfacción de los placeres personales.

Te necesita la sociedad; porque cada individuo es un eslabón en la cadena de convivencia social. El papel que cada ser humano tiene en la sociedad es único, especial e irrepetible, lo que nos distingue de otras especies, y, aunque las expresiones humanas son genéricas, la manera de inocular los sentimientos es única.

Te necesita la patria; que existe por la identidad que cada individuo le transmite, a través de los vínculos afectivos, históricos y jurídicos que forman la cultura. El amor a la patria debió surgir desde la primera bocanada de aire que nos permitió darnos cuenta que estamos vivos, y que fuimos creados por el amor o la pasión de dos individuos, los cuales no sólo te transmitieron los genes de la personalidad, además te heredaron los rasgos de la identidad que dan el linaje a una civilización.

Te necesita el mundo; un mundo activo, laborioso, afectivo, que parece más un circo donde cada individuo es actor de su propio espectáculo, sin embargo, para que haya función, cada artista debe saber el papel que tiene que desempeñar. Este mundo te necesita, para que ocupes el lugar que te está destinado, y no será otro que el que tú mismo sepas procurarte con tu inteligencia, estudio y trabajo.

Si alguien piensa que eso no depende del individuo, sino de las circunstancias, debería leer a Mariano José de Larra: “Las circunstancias hacen a los hombres hábiles lo que ellos quieren ser, y pueden con los hombres débiles; los hombres fuertes las hacen a su placer o tomándolas como vienen, sábenlas convertir en su provecho. ¿Qué son, por consiguiente, las circunstancias? Lo mismo que la fortuna: palabras vacías de sentido con que trata el hombre de descargar en seres ideales la responsabilidad de sus desatinos; las más veces, nada. Casi siempre el talento es todo».

De modo que el destino que tengas en esta vida más dependerá de tus propios esfuerzos que del azar, porque, como dice Cervantes, “Cada uno es hijo de sus obras”. Y también dijo San Pablo: “Cada cual recibirá su recompensa según su trabajo”.

 

Dr. Jeremías Zúñiga Mezano
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