Legislación secundaria empantanada[i]

 

Mucho se ha hablado, escrito y comentado acerca del enorme poder de cabildeo por parte del Gobierno Federal, las fuerzas políticas y los legisladores que se dio durante el año 2013, especialmente en el último trimestre del año, donde se aprobaron casi de manera simultánea reformas constitucionales en materia de telecomunicaciones, política, electoral, laboral, fiscal, hacendaria, de competencia económica, educativa y energética. Todos aplaudimos y reconocimos el enorme esfuerzo que el Presidente Enrique Peña Nieto y su equipo de colaboradores hicieron en conjunto con los coordinadores parlamentarios tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, por dejar atrás viejas barreras y construir las nuevas reglas para que México sea mirado con ojos de bondad por el mundo para futuras inversiones y mejores niveles de desarrollo.

 

Desde ese momento hubo muchos avances a nivel internacional, nacional y local en términos de armonizar las reformas constitucionales a las estatales y de reconocer en nuestro país a uno con la apertura legal necesaria para detonar el crecimiento económico que los grandes consorcios mundiales buscan día a día en las áreas de espectros radioeléctricos, perforación y explotación de yacimientos petroleros, inversiones en nuevas tecnologías y producción de energías limpias entre otras. La imagen de México había cambiado pues ante el resto de las naciones y, a pesar de que siguen existiendo situaciones que tienen que ver con aspectos de seguridad pública y altos niveles de corrupción, el nuestro ya es bien visto para realizar grandes negocios.

 

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas pues, si bien el paso más grande que era el consenso para cambiar la Constitución ya se dio, también es cierto que se necesita reglamentar puntualmente el cómo, cuándo, bajo qué condiciones, quiénes pueden intervenir, los árbitros y sobre todo, los beneficios que van a dejar tales leyes. Para ello sirve la famosa legislación secundaria de las reformas constitucionales. De todas las aquí mencionadas, solamente la de educación y la de competencia económica han sido aprobadas. Las demás no han corrido tal suerte. ¿Qué implicaciones tiene esto? y ¿por qué se apagó la mecha del cabildeo que cerró tan fuerte el año pasado?

 

Al no haber reglas claras del juego, como resultado a corto plazo tenemos la zozobra, la incertidumbre y la negativa de los inversionistas a traer sus capitales a un lugar donde no se sabe a qué tienen derecho y cuáles serán sus responsabilidades. Es decir, nadie quiere entrarle a un negocio donde le ves el rostro a tu contraparte pero no sabes qué te puede ofrecer y a cambio de qué. Lógico, cualquier niño de 6 años sabe que las probabilidades de ser timado aumentan y por ende mejor prefieren abstenerse. Justo eso es lo que está sucediendo en nuestro país. Los inversionistas deciden dejar para una mejor ocasión sus intereses de reactivar la economía mexicana. No les interesa.

 

Quiero introducir al debate un elemento que a mi juicio resulta fundamental y que no ha sido aprovechado en tiempo, que es el hecho de que, si bien se necesitaban los votos de las dos terceras partes del Congreso de la Unión para las reformas constitucionales, las legislaciones secundarias (todas de cualquier materia) necesitan una mayoría simple. Es decir la mitad más un voto en cada una de las Cámaras. Por la conformación de los grupos legislativos, el partido del Presidente Peña y sus aliados cuentan con al menos 251 Diputados Federales (213 del PRI más 28 del Verde más 10 de Nueva Alianza), suficientes pues para aprobar sin necesidad de consensar con el PAN o el PRD. En el lado de los Senadores, el escenario indica que el gabinete presidencial tendría que hacer uso de sus habilidades de cabildeo pues sólo les alcanza para contar con el respaldo inicial de 61 Senadores (54 del PRI más 7 del Verde), en tal caso, estoy seguro que no resultaría difícil atraer la atención de cuatro Senadoras o Senadores del PAN, PRD o del PT. Pero con tales escenarios aparentemente manejables para el Gobierno Federal, ¿por qué no se han logrado las aprobaciones? Destaco tres aspectos principales.

 

Primero, el staff del Presidente Peña ya midió los costos políticos de las reformas, tanto las constitucionales como las secundarias, y han visualizado que el electorado puede cobrar caro la factura en el año 2015 cuando se renovará la Cámara de Diputados y por tanto, quieren compartir esa carga con las demás fuerzas políticas, particularmente el PAN y el PRD. Esta situación ha sido disfrazada con el sólido argumento de legitimar las reformas por aquellas fuerzas políticas que ya las aprobaron inicialmente (el PAN la energética, la política-electoral y telecomunicaciones y el PRD la hacendaria-fiscal).

 

Segundo, la aprobación de estas leyes secundarias se viene dando en el primer semestre del año justo cuando está en su apogeo la disputa por la dirigencia nacional del PAN. Los legisladores Maderistas llevan una línea de cabildeo muy distante de los legisladores Corderistas, por lo que prácticamente están fracturados y darán de qué hablar hasta el mes de mayo, cuando haya terminado su proceso. No cuenten con ellos por ahora pues.

 

Y tercero, el PRD sigue debilitado internamente entre sus propias corrientes. Los Chuchos no cesan en su interés de apropiarse con lo que queda de la izquierda en México mientras que López Obrador ya comenzó a mover sus piezas rumbo a la creación de su nuevo partido político, el Movimiento de Regeneración Nacional, aspecto que también influye directamente en la bancada del PT. No están disponibles tampoco.

 

Agregue como ingrediente extra final que el periodo de sesiones ha entrado en receso y que sólo opera la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, excusa perfecta para atrasar todas las reuniones de trabajo ordinarias en ambas Cámaras.

 

¿Quiénes pagan las consecuencias de tal empantanamiento político? La economía nacional, los inversionistas, el Gobierno Federal, los Gobiernos Estatales y por supuesto, los ciudadanos. El cabildeo no ha llegado a su fin y, desde este espacio, invitamos a nuestros legisladores a que terminen lo ya iniciado, es su deber y para eso fueron electos.

 

 



[i] Autor Carlos Robles Saldaña. El autor cuenta con estudios de Licenciatura en Economía por la Universidad de las Américas en Puebla así como de Maestría en Administración por el ITESM. Se ha desempeñado en el sector internacional, privado y público.

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